12 de noviembre de 2008

La reforma laboral que se avecina


Óscar Gómez Mera

Si cuando las cosas estaban de cara, y las grandes empresas y entidades bancarias presentaban año tras año unas cuentas de resultados espectaculares, ahora que vienen mal dadas tienen más motivos que nunca. Si cuando se generaba empleo y las estadísticas del desempleo eran de cojón de pato, los sindicatos de Estado (léase CC.OO. y UGT) firmaban reformas laborales que abarataban el despido y concedían sustanciosas bonificaciones en la Seguridad Social a los empresarios, amén de reformas de la mentada Seguridad Social para endurecer el acceso a la jubilación anticipada y a las prestaciones por jubilación.


Hoy que pintan bastos, una nueva reforma laboral planea sobre las cabezas de los trabajadores españoles. Porque siempre que en los últimos 30 años se ha llevado a cabo una reforma laboral, ha sido para sangrar a la clase obrera y despojarla de derechos conquistados tras años de lucha y esfuerzo.El Gobierno socialista, obrero y español de Zapatero no sólo ha inyectado a la banca una dosis millonaria salida de las arcas públicas.


El republicano Zapatero no sólo ha salido en defensa de la Reina y de la Casa Real. Que va. Ahora pretende llevar a cabo una nueva reforma laboral para conceder más ventajas a los empresarios. Se dirá, como en anteriores ocasiones, que es para crear empleo y reducir la temporalidad.


Pero la reforma laboral de 2006 no sólo no redujo la temporalidad, sino que el empleo que se creó tras la misma, fue el mismo tipo de empleo que se ha creado en los últimos 15 años. Precario. Con jornadas inacabables y salarios de risa. Más bien de mierda, que coño.


Si los sindicatos palmeros, más bien comparsas sindicales, se cuadraron ante la patronal cuando a cambio de su firma recibieron cuantiosas subvenciones, ahora que peligra la buena marcha del capitalismo que tantas alegrías les ha dado, cerrarán filas en torno al Gobierno liberal y la insaciable patronal.Y la primera medida que esta nueva contrarreforma laboral que ya se cocina consistirá, como no, en aportar 1500 € anuales a ciertos contratos indefinidos en forma de bonificaciones de las cuotas empresariales a la Seguridad Social. Amén de aplazar el pago de las susodichas cuotas a aquellas empresas que atraviesan una crisis coyuntural, según palabras del Ministro de Trabajo.Cada vez hay menos trabajadores en activo y, por consiguiente, menos cotizantes a la Seguridad Social.


Entra menos dinero en sus arcas pero hay que seguir pagando las pensiones. La solución ante este contratiempo, según el Gobierno, no es otra que dejar de ingresar dinero. Pero no perdonándoselo a los trabajadores, para que anden más aliviados y puedan hacer frente a los pagos de la hipoteca que les ahoga.


Los que más acusan la crisis parecen ser los empresarios, y el Gobierno socialista y obrero de Zapatero acude presto y veloz en su ayuda con el seguro beneplácito de CC.OO. y UGT, ante el júbilo de Díaz-Ferrán y sus muchachos.Dice José Luís Carretero Miramar, y dice muy bien, en su último libro “El Bienestar malherido”(1) que la Seguridad Social no es la panacea mundial, que dista mucho de llegar a ser el comunismo libertario, pero que es un buen invento. Un buen invento que redistribuye la renta. Quien más tiene más aporta. Y quien más tiene que aportar son las rentas del capital para que se produzca una redistribución de esas rentas.


Si verdaderamente se quiere mantener un sistema de seguridad social público y solidario, un sistema que solidaridad intergeneracional donde lo que se aporta va a una caja común para pagar las prestaciones de los pasivos, es hora de ir tomando medidas.


La primera debería ser la supresión de la base máxima de cotización a la Seguridad Social, fijada para el año 2008 en 3074,10€. Quienes tengan una base de cotización mensual superior a esta cantidad sólo cotizan en base a 3074,10 €. Es decir, quien gane por ejemplo 3500 euros, sólo cotiza el 4,70% de 3074,10€ y su empresa sólo cotiza el 23,60% de 3074,10€, y no por el total de la base, en este caso 3500€. La segunda, pero la más efectiva de las dos, debería ser la retirada de todas las bonificaciones a las cuotas empresariales. Al capital ni un solo euro de bonificación.

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