La clase obrera vamos a celebrar un nuevo 1º de Mayo pero con especiales características, tanto en las formas como en los contenidos. Las dificultades para realizar las manifestaciones de este año van a ser idénticas a las del año anterior ya que la crisis sanitaria sigue siendo un pretexto para que las administraciones prohíban aquellas movilizaciones que consideran amenazadoras a la calma social que pretenden imponer. Unas movilizaciones más necesarias que nunca ya que la pandemia ha afectado, sobre todo, a la clase obrera y los sectores populares tanto en número de contaminados como en reducción de empleo, de condiciones laborales y de salarios.
Esta miseria abarca todos los campos de la actividad humana y los voceros del sistema capitalista pretenden convencernos de que es consecuencia exclusivamente del coronavirus, que nada tiene que ver con las continuas crisis capitalistas. En el otro lado se encuentra la oligarquía mafiosa y especialmente criminal que, aprovechando la pandemia, ha alcanzado otra de las más altas cimas de miseria material y moral logrando indecentes beneficios y ampliando la brecha del reparto injusto de la riqueza creada por el trabajo de la clase obrera mundial. Un vergonzoso ejemplo de ello es el negocio de las vacunas, potenciado por la UE que, obedeciendo una vez más a las multinacionales, incluso ha transformado en secreto los contratos para comprar las vacunas. Para más robo, las patentes de las vacunas han quedado en manos privadas después de ser financiadas por dinero público.
Esta situación general indeseable e insoportable generada por la pandemia ha colocado a la clase obrera mundial en una situación deplorable. Todas las medidas laborales tomadas por el falso gobierno “progresista” español están siendo costeadas, finalmente, por el conjunto de la clase trabajadora, mientras la patronal no deja de quejarse invocando ayudas estatales cuando, hasta ahora, aborrecía la intervención estatal en la Economía. Ayudas que, como en el caso de las dadas a la Banca, no devolverán las empresas, aunque tengan millonarios beneficios. Así consigue superar sus crisis estructurales y sistémicas el Capitalismo.
-Durante el confinamiento total, se reguló el Permiso Retribuido Recuperable que ha sido utilizado por las empresas para robar, literalmente, días de vacaciones y de descanso al trabajador y trabajadora.
-Se ha tratado de mostrar el teletrabajo como una medida idónea para mantener la actividad económica y la mejor manera de conciliar la vida laboral y familiar. Nada más lejos de la realidad, el teletrabajo (que tan solo ha sido aplicable al 16% de la clase trabajadora) ha demostrado que, en el caso de la mujer trabajadora, por ejemplo, ha tenido que compaginar ambas actividades esclavizándola aún más. La propia regulación legal del trabajo a distancia no es más que un intento más de desregulación de las condiciones laborales de la clase obrera para desligar a la empresa de sus responsabilidades contractuales promocionando al emprendedor, al autónomo y, en definitiva, volviendo al trabajo a destajo donde el patrón podrá contratar a diario en la plaza virtual en la que los trabajadores estaremos obligados a mendigar ser contratados.
-Los fondos para pagar los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo son extraídos de los Presupuestos Generales del Estado al que la clase trabajadora contribuimos con el 85% en las aportaciones.
Sin embargo, a la patronal se le ha exonerado de sus pagos a la Seguridad Social con tan solo la promesa de que no despedirán a trabajadores/as en un plazo de 6 meses, algo que ya han demostrado que no van a cumplir. A la par, el Estado destinó 100 mil millones de euros a avales destinados a las empresas en crisis. Un año después, la temporalidad de la regulación se está convirtiendo, en muchas empresas, en una medida permanente con el silencio de las administraciones y la complicidad de la Justicia (por ejemplo, se están retrasando hasta 2.023 los juicios en los juzgados de lo social).
-Los Planes de Recuperación de Europa se presentan como la medida estrella salvadora de la crisis económica, cuando en realidad se trata de unos fondos que nos endeudarán con los bancos europeos y que se destinan directamente a las empresas. Y como contrapartida se exige a los asalariados un mayor sacrificio más para reducir aún más el sector público. Un ejemplo de ello está en el ajuste de las Pensiones Públicas.
-Se ha puesto en el punto de mira a la hostelería como lugar de expansión de la pandemia en vez del transporte público o los centros de trabajo. Se señala al individuo y a su responsabilidad personal para diluir la responsabilidad de las administraciones en el desmantelamiento de la Sanidad Pública. Los trabajadores pasamos más de 40 horas semanales en nuestro puesto de trabajo y otras 10 en el Transporte Público, pero, sin embargo, se cierra la hostelería y el ocio, no se cierra la actividad económica que se considera esencial. Y si al tiempo de trabajo sumamos los niveles de precariedad, la temporalidad, la falta de prevención en riesgos laborales, el abandono de las Inspecciones de Trabajo, las condiciones del Transporte Público… no podemos más que concluir con que muchas de las medidas adoptadas son solo propaganda.
Ha aumentado el paro, que en el estado español es superior ya a los 4 millones de personas, especialmente jóvenes y mujeres, han bajado los salarios, ha disminuido la ya escasa protección social, quedando muy afectados los distintos tipos de Servicios Públicos como la Sanidad, la Educación, las Pensiones, la Dependencia, la Cultura…
Otro aspecto que representa toda la crueldad del sistema capitalista general, europeo y por consiguiente español, es el de la privatización de todo tipo de Servicios. Bajo la dirección de la Unión Europea, a la que la oligarquía ha aplaudido, se ha iniciado un proceso de depredación de los presupuestos públicos por parte de las empresas capitalistas ligadas a intereses financieros y especulativos fundamentalmente. Estas empresas oligopólicas, bajo la cobertura ideológica del liberalismo y la socialdemocracia, están esquilmando los presupuestos estatales, ya que ante la pérdida de la tasa de beneficios que sufrieron como consecuencia de su crisis de 2008, han decidido que la recuperación de sus disminuidos beneficios debe hacerse a costa de los presupuestos públicos de los estados y que mejor que hacerlo pirateando el enorme monto destinado a Pensiones, Sanidad, etc. Con el cinismo que los caracteriza y como bandera de los que defienden la llamada “libertad” de empresa, estos patriotas de la injusticia, para quienes el beneficio exponencial acompañado de las bajadas de impuestos es de obligado cumplimiento, han decidido vivir del Estado al cual reprochan todos los males económicos y sociales. Cuanto cinismo y cuanta mentira.
Con la pandemia también ha reflotado el carácter xenófobo del capitalismo. Mientras los países europeos y de América del Norte pugnan entre ellos por conseguir millones de dosis para vacunar a su población, al resto del mundo se le relega a la cola de las multinacionales farmacéuticas que, dicho sea de paso, están viendo cómo crecen sus beneficios económicos. Todo ello también consecuencia del abandono estatal de la investigación en I+D en manos de empresas sin escrúpulos que no dudan en hacer negocio de la enfermedad y de la muerte.
Pero todo esto no sería posible, y sus planes estarían condenados al fracaso, si no contaran con la complicidad política y social de los sindicatos de la CSI (en Europa llamada CES), concretamente CCOO y UGT. Un triste papel el de estas organizaciones que en estos momentos de mayor vulnerabilidad de la clase obrera han seguido optando por salvarse a sí mismos, mendigando a la patronal y al gobierno un sillón en las mesas de negociación y no dudando en traicionar a la clase obrera. Es el papel que los auténticos mandamases del sistema les han otorgado dejando que mediante la corrupción a todos los niveles obtengan todo tipo de ayudas y prebendas. Y el gobierno “progre” les ha dado las gracias aumentando las subvenciones para ellos en un 56 % dentro de los PGE.
Se ha demostrado, una vez más, por los gestores del que mientras hay dinero para la genocida OTAN (se le han seguido pagando las cuotas de miles de millones de euros anuales), no hay dinero para la Sanidad Pública.
También ha dejado en evidencia que los países que construyen el Socialismo han sufrido muchísimas menos muertes por millón de habitantes que los países Capitalistas (con experiencias diferentes y a veces contradictorias, pero todas colocando, como países socialistas, la prioridad en el bienestar y salud de las personas).
Por todo ello, desde los sindicatos de clase pertenecientes o amigos de la FSM en el estado español seguimos reivindicando un cambio en el sistema que contemple:
• Los Servicios Públicos tienen que estar en manos del estado y de las instituciones públicas.
• La nacionalización de los medios de producción en los sectores estratégicos.
• El fin del Pacto Social firmado por los sindicatos amarillos sin consultar a la clase trabajadora.
• El empleo fijo y en condiciones dignas, sin agencias privadas de contratación.
• La igualdad real entre hombres y mujeres en todas las facetas del trabajo y de la vida.
• Salario y pensiones mínimas que permitan a trabajadores/as y pensionistas vivir dignamente.
• Una reducción drástica de la jornada laboral.
• La eliminación del sistema de contratas, subcontratas y empresas de trabajo temporal.
• Jubilarnos a los 60 años con real derecho a prejubilación.
• Que el estado pague las cuotas de la Seguridad Social de toda persona a la que no dé trabajo.
• El rechazo a los ERE’s y cualquier otra fórmula de destrucción de puestos de trabajo pactada.
• Fomentar la defensa del medio ambiente y el equilibrio ecológico.
Por último, exigimos la inoculación de una vacuna contra la Covid-19 sin patente, gratuita, segura y libre para todas y todos, que cese cualquier actividad empresarial en el sector de la Salud y que se intensifique la lucha por un sistema de Salud Público, universal, gratuito y con prestaciones sanitarias de alta calidad para todas y todos.
Por todo ello y por mucho más este 1º de Mayo debe tener un claro contenido anticapitalista antiimperialista, antiologárquico y antimonopolista y la clase obrera debe gritar hasta quedarse afónica.
¡Abajo la socialdemocracia liberal y pactista!
¡Abajo la Unión Europea!
¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Viva la unidad clasista y revolucionaria de los trabajadores del mundo!
¡Viva el sindicalismo de clase y combativo!
¡Viva el socialismo!
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